El periodista como asesor político

Periodistas en Acción

Periodistas en Acción

El periodista como asesor político

EL PERIODISTA PROFESIONAL ES EL ASESOR POLÍTICO POR EXCELENCIA
Por Alvaro López

Un periodista que está empapado de las circunstancias de la sociedad, que sabe que le duele o que experimenta la comunidad, es un excelente termómetro para ser tomado en cuenta por parte de los gobernantes de esa misma entidad… Por tal motivo, todas las notas que emanan son reportes vivos que deberían de estar tomados en cuenta…. en la realidad son solo voces, columnas y gritos al vacío…

Un asesor político es un asesor, experto en un campo determinado, ya sea la comunicación, la estrategia política, el marketing, discursos, etcétera, y pone en práctica sus conocimientos para asesorar a un político.

Debido a que un político no puede ser un especialista en todas las materias necesarias para su cargo, necesita de expertos que le guíen….

Un periodista o varios periodistas que conforman «Mesas de redacción» o «Plataforma de análisis» en diversos temas son un contrapeso importante a ser considerado… de ahí el nombre de «Cuarto poder» que se le concede a los Medios de Comunicación… al CONTRA poder como define alguna vez Diego Petersen en sus conferencias sobre temas de Prensa y Política.

Muchos de estos personajes si han sido escuchados en múltiples formas, pero en políticas públicas sus análisis, críticas y propuestas son por completo ignorados… la realidad nos muestra que dichas visiones sociales van en contra de las acciones individuales de personajes de gobierno que se sirven de su posición, comprando en ocasiones las conciencias de los comunicadores…

En México, Los periodistas que se vinculan a un buen medio de comunicación, al correr del tiempo son voces que pudieran marcar liderazgos de opinión… como son los personajes Carmen Aristegui, Pedro Ferriz De Con, Joaquín López Dóriga, Javier Alatorre, Carlos Marín etc.

Muchos de ellos son parte del sistema o del establishment del gobierno, están de alguna forma viculados a presupuestos publicitarios que los hace dejar el periodismo para convertirse en publirreporteros (Mezcla de publicidad con editorial).

Aquellos que por su conciencia son voces sociales incansables, son depurados de las plataformas de comunicación reduciendo sus audiencias a mínimos grupos no identificados…

Otros simplemente son asesinados o eliminados del camino de múltiples formas (extorsión y chantajes). México cuenta con excelentes analistas y portadores del sentir social cotidiano en cada uno de sus rincones… todos con una columna importante de prensa o radio de su comunidad… solo que de ahí no pasan a ningún lado…

Un buen periodista es un excelente asesor político… casi siempre. Un buen crítico de acciones de gobierno es aquel que además de ser ciudadano informado, va más allá de los hechos, procura saber y documentarse más del tema, ahí es donde puede ser parte de un sensor social digno de ser tomado en cuenta por la administración…

Todo esto lo sabemos, solo lo escribimos porque es una realidad obsoleta para quienes conforman las plataformas de gobierno… y la gravedad a la que hacemos énfasis es que está en todos los niveles de la sociedad donde el poder, en cualquier escala, se edifica sobre intereses particulares que perjudican entornos, comunidades, que aun en el marco de la legalidad, no están en las moralidades de la ética, del bien común, de la justicia igualitaria y de la condición humana misma…

Estos referentes hoy están siendo compartidos por la llana visión de personajes que dentro y fuera del periodismo, dentro y fuera del gobierno son estructurados conceptos con ausencia de ESCRÚPULOS…

Los Comunicadores

Los Comunicadores

En diez años, son evidentes lo cambios…

Grupo Reforma

En diez años de evolución editorial GRUPO REFORMA ha dado grandes giros en su propuesta y mercado

  • Alejandro Junco de la Vega dejo el país para vivir en USA por seguridad personal y de su familia
  • Ramón Alberto Garza salió del Grupo Reforma para migrar por varias propuestas editoriales y tecnológicas y fundar hoy REPORTE INDIGO
  • Los diseños editoriales que revolucionan la faz de los rotativos en México de Eduardo Danilo «Danilo Black» son modificados en formatos diferentes (Comercial)
  • Se consolidan Suplementos Sociales
  • Lázaro Ríos conduce el proyecto editorial a la salida de Ramón Alberto Garza
  • Dejan de estar presentes plumas como Germán Dehesa, Carlos Mosnivaís y Miguel Ángel Granados Chapa quienes ya fallecieron
  • La propuesta PALABRA  de Saltillo no está presente en el grupo
La propuesta de este grupo es diferente, sus editoriales son muchas veces incisivos y su propuesta comercial sigue las reglas de no depender de las plataformas gubernamentales…

Monsivais conoce el orden… al fin

¿Qué ha pasado con los tesoros 
de Carlos Monsiváis?

Acceso a Video de ANIMAL POLITICO

Alberto Tavira (@BetoTavira)

El 4 de mayo hubiera cumplido 73 años. El escritor Carlos Monsiváis, quien falleció el pasado 19 de junio de 2010, probablemente se hubiera dejado consentir por sus amigos con alguna celebración, pero existe la misma probabilidad de que no. “Todo dependía del humor con el que se despertara. Carlos en algunas ocasiones era un hombre difícil de entender y el día de su cumpleaños no era la excepción”, comenta para Animal Político Beatriz Sánchez Monsiváis, prima de uno de los más importantes cronistas del México contemporáneo.

La señora Sánchez –quien todo mundo conoce como Bety–, además de trabajar con Carlos como su asistente desde 1985, forma parte de los herederos de “Los tesoros de Monsiváis”: colecciones que comprenden un importante acervo de libros, películas, música, pinturas, fotografías, litografías, maquetas en miniatura y objetos que el intelectual mexicano fue haciendo suyos a lo largo de casi 40 años.

La biblioteca por fin conoce el orden

Entrevistada en la casa de la colonia Portales que el ensayista ocupó durante las últimas décadas de su vida, Bety asegura que limpiar y poner orden en la biblioteca de Monsiváis ha sido lo más titánico que le ha tocado hacer en este último año. “Yo calculo que 10 meses antes de morir Carlos ya no se ocupó de su biblioteca, ya no acomodó los libros. A pesar de que era muy desordenado generalmente lo que hacía era amontonar los ejemplares en libreros que tenía divididos por temas. Al final ya ni eso hacía. Luego de su muerte pasaron cinco meses para que nosotros empezáramos a poner orden”.

En la que fuera la sala –en la planta baja de la casa de Monsiváis– se quitaron los sillones viejos y maltratados por los gatos y en su lugar se pusieron cuatro anaqueles de metal en los que se acomodaron libros que Carlos tenía en dos grandes libreros en su cuarto. En este nuevo espacio también se incluyeron ejemplares que habitaban en el piso u ocultando a otros, amontonados en libreros con doble fondo.

La encargada de ponerle fin al caos asegura que por ahora el proyecto se encuentra en la etapa de acomodo y limpieza de los libros. Es decir, los ejemplares están colocados aleatoriamente unos con otros. En una segunda fase se estará catalogando la obra del escritor y, ahora sí, dividiendo por autores y temas.

Ante la pregunta de que si hay alguna institución gubernamental que les esté ayudando con personal o recursos económicos para el mantenimiento de la biblioteca, Bety asegura que no. Que ella misma contrató a particulares para aspirar los libros, fumigar la casa (en dos ocasiones) y acomodar los ejemplares en estantes nuevos. “Había muchos material que necesitaba restauración y yo lo llevé para que lo arreglaran. Ese gasto está corriendo por cuenta de la familia”.

En un primer conteo de los libros que conforman la biblioteca de Monsiváis, Bety asegura que hay alrededor de 25,000 ejemplares que, por supuesto, ni siquiera se les ha ocurrido la idea de vender. “Lo que nos gustaría es que esto de pie a una biblioteca pública que lleve el nombre de Carlos Monsiváis. Ya estoy en pláticas con el Conaculta”.

Las películas rumbo a un cineclub

No se atreve a dar una cifra la heredera de Monsiváis. Pero la colección de películas (en DVD, VHS y BETA) del escritor es tan grande como su afición por el cine. “Afortunadamente ese material sí está registrado y contabilizado” dice Bety, quien confiesa que aunque por ahora está amontonado en la casa de Portales –pues se le está dando prioridad al acervo bibliográfico– Carlos, antes de morir, tenía el proyecto de que toda su colección de películas formaran parte de un cineclub que tuviera su sede en el Museo del Estanquillo, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Bety asegura que es probable que en el corto plazo el deseo de su primo se pueda hacer realidad, pero por ahora, los libros tienen monopolizado su tiempo… y presupuesto.

La colección de arte se vuelve itinerante

Los Monsiváis quedaron como herederos de las más 400 piezas que conforman la colección del Museo del Estanquillo. En ese recinto las estrellas son las pinturas, litografías, grabados, dibujos, acuarelas, miniaturas, maquetas y un sinfín de objetos y obras de arte que alimentaban la otra afición del escritor: el coleccionismo.

Sin embargo, Bety comenta que en ese terreno el que tiene la última palabra es el director del recinto cultura, Moisés Rosas Silva, quien desde antes de que falleciera Monsiváis ya había palomeado con él algunas exposiciones como la del Centenario de la Revolución y otra de los grabados de Posada.

A Carlos todavía le tocó saber que sus tesoros serían expuestos en Oaxaca. Lo que ya no supo es que, tras su muerte, su colección ha sido muy solicitada al interior de la República mexicana y, por lo pronto, ya se mostró con gran éxito en Guanajuato, Guadalajara y Monterrey. Pero apenas comienza la gira.

La música se queda en la familia

Aunque en un inicio pensaron en donarlos a una fonoteca, los Sánchez Monsiváis finalmente decidieron que los cientos de CDs que Carlos acumuló en toda su vida se quedarán con ellos. “Tienen un valor emocional muy fuerte porque era de los placeres que más nos unían a mis cuatro hermanos y a mí con Carlos. Es más, todavía me afecta tanto que no se ha vuelto a tocar música en esta casa”.

Bety no tiene encono en decir que no hay nadie en México con una colección de Espirituals e Himnos como la que formó Carlos. Ella misma también presume que el arsenal de música clásica del acervo Monsiváis es la envidia de todo melómano. Pero todo eso se queda en su familia.

Los gatos pasaron a mejor vida

Pero no porque les hayan arrancado sus siete vidas de jalón, sino porque a decir de Bety “se fueron a un lugar donde iban a vivir mejor”. Y es que desde que Monsiváis estaba hospitalizado la feminista Marta Lamas, amiga muy cercana de Carlos que compartía su pasión por estos animalitos, le propuso a Bety que los gatos más viejos los canalizaran a un asilo que ella conocía y donde los trataban muy bien.

“Marta nos hizo el favor de encargarse de los cuatro gatitos mayores, pero desafortunadamente, pocos días antes de que falleciera Carlos, Mito Genial, el mayor de sus mascotas se murió aquí en la casa. Así que sólo tres se fueron al asilo”. Con respecto al escándalo que se desató de que la familia de Monsiváis estaba durmiendo a sus gatos, tras su muerte, Bety asegura que eso salió “de una persona desiquilibrada (sic) que no tenía idea de lo que estaba pasando aquí”.

La entrevistada asegura que el resto de los mininos se los fueron llevando varios amigos de Carlos, como Susana Fisher quien adoptó a Miau Tse Tung. Eso sí, con carta responsiva de por medio donde se comprometían a hacerse cargo de uno de los tesoros más queridos de Monsiváis.

Carlos y su BIBLIOTECA

Feliz Navidad una década cambia, otros retos nos esperan

Para quienes en esta década ejercimos el periodismo, aprendimos de el, de la fuente y de la audiencia, los retos que comenzamos a experimentar en este WIKILEAKS fin de año, nos llevan a redoblar esfuerzos por realizar un periodismo serio hoy mas que nunca, una plataforma que cada vez debe ser mucho más dinámica, mas sencilla, mas elocuente, mucho mas formativa e informativa…

Los Secretos del Poder... "State of play"

Tengo una reflexión que leo en una revista de ITSMO ahora en su 50 aniversario, donde Ernesto Uranga Flores hace la referencia a un axioma que Aristóteles llevó a máxima… «Soy amigo de mis amigos… pero soy mucho mas amigo de la Verdad»… Reflexion que pone a WIKILEAKS en la balanza, en ambos lados….

Muchas felicidades a todos los medios, periodistas, personas que están inmersos en el mundo de la información, en uno y otro lado de donde el mensaje forma parte de un usuario gracias a la tecnología…. Muchas Felicitaciones a Ocho Columnas que estrenó este día formatos y contenidos, lo mejor para Gonzalo Leaño, Michelle y todo el equipo que comanda Martín Holguín… Saludos Xavier Zaragoza del Círculo de Periodistas de Jalisco… un abrazo a todos

Monsivais… Referencia obligada

Carlos Monsivais… Biografia

Carlos Fuentes / Monsiváis



Carlos Fuentes

(22 junio 2010).- Religiosa, sexual, culturalmente, era excéntrico a las normas de la tradición mexicana. Pero su genio consistió en violar la tradición acrecentándola, dándole nuevos caminos a nuestra vida religiosa, sexual, cultural.

Lo había oído, siendo niño Monsiváis, en el programa de «Los niños catedráticos». Lo conocí más tarde. Yo estudiaba en la Facultad de Derecho en San Ildefonso. Monsiváis y José Emilio Pacheco eran alumnos de la vecina Preparatoria Nacional. Ambos se acercaron, por ese proceso de imantación que llamamos «simpatía», a los alumnos de jurisprudencia que publicábamos, amparados por el maestro Mario de la Cueva, la revista «Medio Siglo». Allí aparecieron, si no me equivoco, textos primeros de Monsiváis y Pacheco. Los unía a nosotros la amistad compartida con Sergio Pitol quien (como yo, más que yo) se acomodaba mal a los estudios y prácticas juristas.

Monsiváis, en cambio, tenía clara la visión de sí mismo. Podíamos, él y yo, parearnos en literaturas contemporáneas. Pero Monsiváis tenía un conocimiento asombroso de la poesía mexicana de los siglos diecinueve y veinte. Competía con Gabriel García Márquez en recitar de memoria a los poetas grandes y pequeños. Añado «pequeños» no por insignificantes, sino porque formaban parte del vasto mundo del acontecer cotidiano, cuyo porvenir desconocemos. Acaso por una suerte de simpatía a la vez anticipada y, por si acaso, histórica, Monsiváis reunía con inmenso interés y cariño letras de boleros, periódicos antiguos, revistas desaparecidas, caricaturas políticas, monos y monerías. Todo lo que cobró presencia histórica en su personal museo de «El Estanquillo».

Me inquietaba siempre la escasa atención que Carlos prestaba a sus dietas. La Coca-cola era su combustible líquido. No probaba el alcohol. Era vegetariano. Su vestimenta era espontáneamente libre, una declaración más de la anti-solemnidad que trajo a la cultura mexicana, pues México es, después de Colombia, el país latinoamericano más adicto a la formalidad en el vestir. Creo que jamás conocí una corbata de Monsiváis, salvo en los albores de nuestra amistad.

Compartimos una pasión por el cine, como si la juventud de este arte mereciera memoria, referencias y cuidados tan grandes como los clásicos más clásicos, y era cierto. La frágil película de nuestras vidas, expuesta a morir en llamaradas o presa del polvo y el olvido, era para Monsiváis un arte importantísimo, único, pues, ¿de qué otra manera, si no en el cine, iban a darnos obras de arte Chaplin y Keaton, Lang y Lubitsch, Hitchcock y Welles? Y no se crea que el «cine de arte» era el único que le interesaba a Carlos. Competía con José Luis Cuevas en su conocimiento del cine mexicano y con el historiador argentino Natalio Botana en películas de los admirables años treinta de Hollywood.

Juntos, presentamos hace un año diez películas que juzgamos las mejores de todos los tiempos -del Amanecer de Murnau a Bailando bajo la lluvia de Kelly y Donen. Pero enseguida nos dimos cuenta de la injusticia e insuficiencia de tal selección. ¿Dónde quedaban Antonioni y Bergman, Rogers y Astaire, el cine de gangsters, los westerns que Alfonso Reyes calificaba como «la épica contemporánea»? ¿Y dónde, Juan Orol y Rosa Carmina; dónde las cejas actuantes y activas de María Félix y Dolores del Río; dónde los parlamentos inescrutables de Arturo de Córdoba y la inventiva popular de Clavillazo?

Recuerdo estas pasiones de Monsiváis porque formaban parte de su vasto apetito, su fantástica asimilación de todo, añado, lo que el mundo «oficial» desconocía o desdeñaba. Curioso hasta las cachas de lo que sucedía en el mundo político, Monsiváis separaba muy bien la autenticidad de las apariencias y de éstas se burlaba con un humor que desnudaba a los pomposos, desmentía a los mentirosos y señalaba a los criminales. Creo que nadie, en la sociedad mexicana contemporánea, escapó a la mirada, irónica, solidaria, burlona, camarada, de Carlos Monsiváis. La ridícula respuesta de Vicente Fox a la muerte del escritor lo comprueba.

En 1970, estrené una obra mía, El tuerto es rey, en el teatro An-der-Wien de la capital austriaca. Monsiváis, hilarante, me dijo en el intermedio que había en la sala dos o tres espías del presidente Gustavo Díaz Ordaz porque el mandatario imaginaba que el título se refería a él. Típico error de la presunción política, que causó una risa incontenible cuando se lo conté a la actriz María Casares y al director Jorge Lavelli. Con mi amiga Caroline Pfeiffer, que era representante de gente de teatro y cine, viajamos a Italia y presenciamos la filmación de La muerte en Venecia de Thomas Mann. Dirigía Luchino Visconti y, después de saludarlo, Monsiváis miró al Adriático y prometió no lavarse más la mano. Seguimos a Milán, donde una confusión enredó a Carlos con una manifestación de comunistas y a París, donde lo invité a vivir en el apartamento que yo ocupaba en la Isla St. Luis. Juntos fuimos, guiados siempre por Caroline, a la casa de campo de Alain Delon quien nos sentó dos días a ver el mundial de fútbol en la tele y, de regreso a París, fuimos juntos también a visitar a Pablo Neruda en el hotel del Quai Voltaire.

Neruda estaba en cama, empijamado, fatigado tras asistir al entierro de Elsa Triolet, la mujer de Louis Aragón. La conversación Neruda-Monsiváis fue muy singular.

-¿Cómo se encuentra? -le preguntó Neruda a Monsiváis-.

-Sucede que me canso de ser hombre -contestó Carlos-.

Al principio, Neruda no registró la cita.

-¿Y qué hace en París? -continuó Pablo-.

-Juego todos los días con la mar del universo. -Citó Monsiváis y Neruda, cayendo en el juego, se rió y decidió continuarlo, hasta la pregunta a Carlos: -¿Y que escribe ahora?

-Los versos más tristes.

-¿Cuándo?

-Esta noche.

Ingenio rápido, cultura profunda, mirada penetrante, referencia oportuna, melancolía escondida, regocijo siempre.

¡Qué falta nos harán todas estas características del grande y único Carlos Monsiváis!

GRANADOS CHAPA/MONSIVAIS…

PLAZA PÚBLICA / Carlos Monsiváis

Descubrió los recovecos de una sociedad cada vez más heterogénea porque participaba de las nuevas formas de relación y de festejo de los jóvenes, de las minorías, de las expresiones culturales emergentes

Miguel Ángel Granados Chapa

(22 junio 2010).- Carlos Monsiváis murió en junio, el mes caro a Carlos Pellicer, cuyos contundentes poemas recitaba gozoso. Ésa era una primer combinación de las dotes que le prodigó la vida. Era memorioso y sensible. Lo recordaba todo de casi todo. Era capaz de repetir diálogos cruciales de las muchas películas que vio en público y en privado, en una de las primeras pantallas de televisión de gran tamaño que hubo en México, suficiente para apreciar creaciones de enorme ambición como Alexanderplatz. Pero no era un erudito convencional, capaz de traer a la conversación los datos pertinentes y aun los que no lo son. Su vasta información estaba viva, la aplicaba a la múltiple interlocución que mantenía con personas de toda laya. Por eso hubo multitudes en los actos fúnebres a que se le sometió. Porque Monsiváis ha sido un muerto de todos. Por eso sobraba la disputa sorda entre autoridades federales y capitalinas por la sede para tributarle homenaje (frase esta última merecedora de figurar en una próxima edición de Por mi madre, bohemios). Por eso carecía de sentido impugnar la presencia de funcionarios con los que Monsiváis hubiera tenido, y de hecho tuvo, trato civilizado, que nunca implicó sujeción ni respeto humano, en tanto que obstáculo para la crítica. Monsiváis practicaba, no sé si por haberla escuchado de su autor, o por convicción propia, la máxima de Manuel Buendía, su amigo entrañable: No escribir nunca sobre una persona nada que no sea posible decirle en una conversación cara a cara.

Monsiváis era ajonjolí de todos los moles. Se le podía escuchar en el principal noticiario de Televisa sin que por ello se adhiriera a las prácticas y los intereses de esa televisora. Descubrió los recovecos de una sociedad cada vez más heterogénea porque participaba de las nuevas formas de relación y de festejo de los jóvenes, de las minorías, de las expresiones culturales emergentes. Conquistó tempranamente su propia libertad y buena parte de su vida la entregó a extender a la sociedad esa libertad propia a la que nunca renunció.

Nació en las márgenes de la sociedad. La religión familiar, una confesión cristiana no católica, lo apartaba de la mayoría de los niños con los que convivía en la calle y en la escuela. Era, asimismo, un hijo sin padre. Durante muchos años Carlos Monsiváis usó únicamente el apellido de su madre, doña Ester, una figura central en la construcción de la personalidad de su hijo. Ya adulto aceptó reconocer la presencia paterna, usando como segundo apellido el que se le negó civilmente. Fue hijo del doctor Salvador Aceves, un eminente médico, subsecretario de Salubridad, presidente o animador de varias academias de su profesión.

Monsiváis se formó simultáneamente como intelectual y como militante. Su primera expresión de protesta, a los 16 años, consistió en concurrir a un mitin antiimperialista, en que se denunciaba la injerencia norteamericana en el golpe militar que derribó del poder en Guatemala a Jacobo Arbenz. Al mismo tiempo escribía ya. Examinaba con hondura sorprendente los libros que leía, lecturas insólitas para su medio y su tiempo. En muchos sentidos, aunque fuera alumno fallido y nunca ejerciera allí el magisterio formal, Monsiváis fue un hijo, una hechura de la Universidad Nacional. Cursó en ella estudios de economía y de filosofía y letras, y desplegó sus primeras incursiones literarias bajo el cobijo de la difusión cultural universitaria. La revista Medio siglo, dirigida en aquel momento por Sergio García Ramírez, su amigo hasta el fin de sus días, era una iniciativa estudiantil, pero apoyada por las autoridades de la Universidad. En Radio UNAM, igualmente, hizo historia su participación en El cine y la crítica, una emisión dirigida por Nancy Cárdenas cuyo título era fielmente cumplido: se hablaba, sí, de cine, pero también y sobre todo se ejercía la crítica social, la crítica política, la disección de los personajes del escenario nacional, que fue una de las tareas en que Monsiváis nunca cejó.

Ha dicho Horacio Franco, el gran flautista, presente en el funeral de Monsiváis, que si bien Carlos no salió del clóset fue central en la defensa de los derechos de los gay. Pienso que Monsiváis no tuvo necesidad de salir del clóset porque nunca estuvo dentro, porque con la discreción con que vivió su vida personal no hizo proclama alguna de su preferencia de género. Si nunca ocultó sus convicciones políticas no tenía por qué hacerlo en la elección de otros modos de vivir su vida.

Monsiváis fue pionero en la valoración de las culturas populares y la cultura de masas. Aquellas resultan de las vivencias de la gente, que prolonga tradiciones que le han sido legadas, o asume nuevas formas de relación. La cultura de masas es impuesta por los medios electrónicos y los intereses financieros que los hacen posibles. Monsiváis desentrañó esos fenómenos con sabia penetración de sociólogo y porque, como lo reivindicó Elena Poniatowska a la hora de su muerte, era un pensador.

Octavio Paz, con quien riñó y se amistó, quiso disminuirlo al decir que Monsiváis no tenía ideas sino ocurrencias. El poeta erró al no entender que Carlos era generador al mismo tiempo de ideas y de ocurrencias. Mente chispeante la suya, veloz y mordaz, producía un destello de luz que después se volvía fluido permanente, que vertía en sus libros, en sus conferencias, en sus conversaciones. Amén de extender a todos su propia libertad, Monsiváis quiso que sus saberes, vastos y profundos, fueran el saber de todos.

Cajón de Sastre

Renunció el ingeniero Rafael Rangel Sostmann a la rectoría general del Tecnológico de Monterrey. Había ejercido ese cargo durante un prolongado y fructífero periodo, en que esa institución creció en las diferentes dimensiones en que es posible medirla. Hemos de preguntarnos si su dimisión no es un daño lateral de la guerra que libra el gobierno federal contra el narcotráfico. Recordemos que hace tres meses, el 19 de marzo, fueron muertos dos estudiantes de posgrado del Tec, en circunstancias que no han sido todavía cabalmente explicadas (ni siquiera se ha aclarado quién desposeyó a las víctimas de sus credenciales de identificación). El rector Rangel se sintió engañado por las primeras versiones de la autoridad y luego emprendió una campaña que implicaba una no muy velada denuncia de los excesos del Ejército. ¿Se lo han reprochado de este modo los patronos?

miguelangel@granadoschapa.com