Medios, Internet y periodismo:

Medios, Internet y periodismo: del modelo unidireccional a una nueva relación entre lo público y lo privado

Jorge Gobbi *

En los últimos años, una serie de diarios argentinos ha incorporado la posibilidad de que los usuarios comenten las noticias. Medios argentinos como La Nación, Perfil, Infobae y otros abren regularmente todos sus textos a las opiniones de terceros. Pero, sin demasiado esfuerzo, podemos encontrar que abundan los ataques personales; las posiciones políticas extremas; poco respeto para las opiniones de los demás y comentarios fuera de tema. Muchas opiniones positivas quedan opacadas frente a la gran cantidad de comentarios irrelevantes. En lugar de ser un espacio que sume información y otras miradas al texto producido por el periodista, bajo el modelo de la inteligencia colectiva, termina más bien convertido en un espacio de discusiones estériles.

El escaso éxito cualitativo de los comentarios en las versiones digitales de los diarios no debería impedirnos ver, de todos modos, que su aparición puede ser relacionada con la crisis con el modelo unidireccional que operó durante mucho tiempo en los medios más tradicionales. Y con la creciente relevancia de las redes sociales y blogs, que con su crecimiento en tráfico se posicionaron como competencia puntual para muchos medios tradicionales.

Me interesa, entonces, analizar algunas consecuencias de la introducción de los comentarios en los medios en relación con una serie de temas. En primer lugar, su impacto sobre la distinción entre lo público y lo privado que ha operado en particular en la prensa escrita. Dos, sobre las rutinas productivas de los periodistas. Tres, explorar algunas de las razones del poco aporte que hacen en la actualidad los comentaristas en los diarios, y algunas estrategias posibles a futuro.

Medios, entre lo público y lo privado

Existen dos grandes formas de conceptualizar lo público y lo privado. La primera apunta a la distinción entre Estado como el mundo de lo público, y la sociedad civil como lo privado, en tanto este campo –instituciones no gubernamentales, relaciones personales, acuerdos entre individuos– escapaba a la regulación estatal directa (Thompson, 1997). Pero en el caso de este texto, nos interesa más la segunda concepción de la dicotomía público – privado, también reseñada por Thompson. Mientras lo público es un “acto visible”, lo privado es aquello que queda oculto a la mirada general. Esta segunda forma de pensar la relación público – privado es útil para analizar las consecuencias de la irrupción de los comentarios del público en los diarios digitales argentinos.

La aparición de la imprenta y los medios gráficos posibilitó que no fuera estrictamente necesaria la copresencia para, por ejemplo, acceder a la palabra de los políticos, o el relato de un acontecimiento.

Esta copresencia de muchas personas en un mismo lugar posee un carácter intrínsecamente dialógico. La palabra impresa posibilita que los sujetos ya no deban compartir un espacio en común para conocer un hecho. Aunque es necesario matizar; es conocido que el consumo de medios puede ser el disparador de discusiones públicas en copresencia. Incluso, ciertos actos públicos son creados para tener presencia en los medios. Pero es bastante evidente que, con el paso del tiempo, el consumo de medios comenzó a ser cada vez más un acto privado.

Si la imprenta permitió crear un “público sin lugar”, también permitió distanciar el conocimiento de los hechos públicos del carácter dialógico de la copresencia. El consumo de medios no sólo comenzó a hacerse cada vez más privado; tampoco existía la bidireccionalidad de las manifestaciones públicas compartidas por muchas personas. La relación entre productores y receptores quedó mayormente marcada por un lazo unidireccional, que va del productor al receptor. Para que éste último haga escuchar su voz, debe salir de esa relación y pasar al espacio público, a las manifestaciones, a las demostraciones políticas, o apelar a las pocas herramientas para hacerse escuchar, como las cartas de lectores, que son filtradas por el medio.

Esta idea del consumo de medios como desespacializado y desdialogizado es clave para entender la importancia de la irrupción de los comentarios en las versiones digitales de los diarios.

Comentarios y diálogo

El consumo privado de medios parecía algo claramente establecido: si optábamos por enterarnos de los hechos mediante la lectura, por ejemplo, de un diario, era claro que nos sometíamos a una relación unidireccional. Y, por otro, a que asistíamos a un acto claramente privado; nuestra opinión o conclusiones sobre nuestra lectura eran parte de aquello que quedaba fuera de la vista pública, y de la regulación del Estado.

¿Cómo ingresan los comentarios en este modelo? En permitir la reaparición, de manera parcial, del modelo dialógico en la comunicación mediática. Justamente, en tanto los lectores / usuarios podían abandonar el modelo unidireccional, que los dejaba en el papel de comentaristas de la noticia en el ámbito privado, para poder dejar su texto en un foro público.

¿Por qué hablamos de una “reaparición parcial del modelo dialógico”? Porque ese diálogo está sometido a una serie de reglas que son específicas de Internet. Si bien en principio se puede asumir que cualquier usuario que lea una página que tenga comentarios habilitados pueda sumar su opinión, hay una serie de restricciones diferentes a las del espacio público “físico”. Por ejemplo, el sitio puede exigir la registración previa. También los comentarios pueden ser moderados; en el caso de que algún usuario se sienta ofendido o asuma que el texto dejado por otro usuario viola las reglas del sitio1, puede informarlo al moderador para que éste decida si el comentario debe ser borrado o puede permanecer en la página2.

¿Y en dónde entra el tema de lo privado en este esquema? En que, bajo el formato tradicional, los textos de un diario eran consumidos normalmente en el ámbito privado. Y muchas de las opiniones que el lector podía tener al momento de leer quedaban allí. En muchos casos, esas opiniones no hubieran calificado para aparecer en un medio, en tanto no cumplían con las normas que marcaban las rutinas productivas del periodismo. Y no aparecían, además, porque el medio era unidireccional en su comunicación.

Lo interesante es que, mediante los formularios de comentarios, algunas de esas opiniones ahora pueden comenzar a aparecer. Pero conservan, en muchos casos, las características que tenían en el espacio privado, pero ahora volcadas a lo público.

Tenemos aquí una serie de rupturas cuyo estudio deberemos profundizar en el futuro. Por un lado, el quiebre, al menos parcial, del modelo unidireccional de los medios, y el surgimiento de espacios de participación para los lectores3. Dicha ruptura mantiene la desespacialización de la comunicación mediática –algo que se profundiza en el modelo de Internet incluso hasta alcanzar la misma producción de contenidos, y no sólo la recepción– pero reincorpora una versión particular del modelo dialógico. Pero también problematiza la relación entre lo público y lo privado, al poner en escena de manera pública discursos que tradicionalmente eran asociados al espacio privado y de la sociedad civil. Desde ya, cabe preguntarse entonces que “tan privados” pueden considerarse discursos que aparecen en un foro público. Allí aparece un tema importante: la presunción del anonimato en Internet.

Una de las características de Internet es el hecho de que muchos usuarios asumen que los comentarios que dejan en sitios de Internet están protegidos por el anonimato. Si bien esto no es cierto, y siempre se dejan rastros, como la dirección IP desde la cual nos conectamos4, lo cierto es que muchas personas asumen tener su identidad protegida. Y, frente a ello, entienden que las opiniones que puedan verter en una página no serán asociadas con su persona, y no pesarán sobre él las posibles sanciones legales y sociales.

Allí tenemos un cruce interesante: encontrar en las versiones digitales de los diarios muchos comentarios que tradicionalmente forman parte del espacio privado, pero que han sido dados a conocer en el espacio público, en buena parte porque sus responsables asumen que no deberán cargar con las sanciones de la comunicación copresencial. En cierta medida, se recupera el espacio dialógico, pero la condición es un anonimato que impide la aplicación de las reglas de la interacción tradicional. Anonimato imposible de lograr en el caso, claro, de la comunicación cara a cara en espacios públicos.

Público y privado, redefinidos

Tenemos aquí un espacio de redefinición de los discursos que tradicionalmente asociamos a lo público y lo privado. La aparición de un modelo dialógico en los medios basados en Internet nos lleva necesariamente a repensar algunas de estas categorías a futuro. En primer lugar, porque no todo lo que aparecerá en los medios forma parte de una rutina productiva específica; ni siquiera del discurso tradicional sobre lo público de los diarios. Hoy, para analizar una página de un diario digital abierta al público, necesitaremos analizar dos tipos de discursos, construidos de acuerdo a reglas diferentes. Y en dónde no sólo hay diferencias sustanciales en el tema de las rutinas productivas y la recolección de la información. También hay usos muy diversos de los sentidos comunes y de las estrategias de legitimación de los textos.

En segundo lugar, tenemos discursos que, tradicionalmente expresados en el ámbito de lo privado, pueden llegar al espacio de lo público amparados en condiciones generales de anonimato. Es interesante, en ese contexto, analizar las prácticas de los agentes, que, liberados de la percepción de la sanción, se expresan de manera muy diferentes a las del esquema dialógico de la comunicación cara a cara.

En tercer lugar, se puede encontrar que los lectores / usuarios comienzan a desplegar estrategias particulares a la hora de comentar. En general el grupo que comenta es relativamente acotado, y más bien acotado. Si bien es cierto que, potencialmente, “cualquiera puede participar”, esto no se verifica de manera empírica. Como citan Li y Bernoff (2008), no más de 18% de los usuarios de Internet se pueden clasificar entre los “creadores de contenidos”.

¿Qué lleva entonces a los medios digitales a abrirse más y más a la “participación” de los usuarios mediante comentarios, pero también vía la publicación de fotos y textos en blogs? ¿Acaso muchos de estos comentarios no ponen en duda la capacidad del medio para informar, o se dedican a insultar, o quieren discutir temas que nada tienen que ver con el contenido de la noticia? Sí, eso puede suceder. Pero también pasa que los usuarios pueden sumar información relevante, corregir errores y varios aportes más. Una buena cantidad de nuevos medios, surgidos en Internet, lograron crecer rápidamente gracias a su capacidad de articular contenido y conversación. O sea, texto propio más lo que sumaban sus usuarios. En otros casos, simplemente se dedicaron a crear la plataforma de publicación y los usuarios las completaron de contenidos, como los casos de Flickr5 y YouTube6. Aquí, el gran tema es si los medios saben cómo crear una comunidad, pero de ese tema nos ocuparemos puntualmente más adelante.

Estamos, entonces, frente a un cambio de la estrategia de los medios, que sucede por necesidad. Antes de permitir que los videos y fotos se publiquen en otros sitios, buscan captar ese contenido a su favor –se puede ver claramente esto en las invitaciones cada vez más comunes en los grandes medios, que piden a sus lectores / usuarios que les envíen cualquier material sobre un hecho relevante que hayan presenciado–. Se busca, entonces, captar “la participación” de los usuarios a favor de la cobertura noticiosa de las grandes empresas.

Estos cambios por “necesidad”, en el caso de los diarios digitales, van acompañados de otras modificaciones a las rutinas productivas. La integración de las redacciones de papel y digitales; la producción de noticias durante las 24 horas, de acuerdo a las necesidades de los sitios de Internet; la publicación de noticias sin corrección de estilo o sin pasar por una lectura rigurosa por parte de un editor, y donde se privilegia la velocidad antes que la precisión –y se confía que los comentarios de los lectores ayuden a encontrar errores. Si antes las notas se editaban y corregían antes de publicarse, esa asunción de sentido común cada vez pierde más vigencia; hoy, los textos periodísticos, cada vez más, se corrigen, sobre todo en Internet, una vez publicados. Desde ya, allí tenemos un interesante cambio del status de lo público y lo privado en la noticia; pasa de ser un texto verificado fuera de la vista del público, a otro con correcciones bajo la mirada de todos.

El fracaso cualitativo de los comentarios en los diarios

El modelo de los comentarios fue moderadamente exitoso en los blogs. ¿Qué es lo que hace que las versiones digitales de los diarios no puedan lograr construir un modelo de conversaciones productivas en sus espacios de comentarios?

Hay una diferencia central entre los diarios y los blogs: en los segundos, el blogger toma a su cargo la conversación con y entre sus lectores. En los diarios, en cambio, ese trabajo es delegado en la parte de sistemas o los periodistas menos calificados. Así, antes que por preocuparse por mejorar el nivel de las conversaciones, más bien quieren sacarse de encima este tema, lo más rápido posible, para concentrarse en la redacción de noticias.

Pero hay otro problema relevante: la decisión de qué comentarios publicar se toma sobre la base de “es imposible moderar”. Es que el volumen de mensajes por parte de los usuarios es bastante importante, en particular en los diarios más leídos. Pero no es esa la lógica que el método periodístico asigna a la publicación de noticias. Allí, en teoría, sólo aparecen las versiones confirmadas y chequeadas, en asuntos que tengan algún interés público. Si bien se intenta publicar una noticia lo más rápido posible, si ésta llega a tener errores, no se pueden justificar en la velocidad del proceso, o “teníamos demasiado trabajo”.7

Tal método de distinción no se aplica a los comentarios. Aquí la distinción entre lo público y privado que opera en las noticias deja de tener relevancia. En las noticias, se publica lo que tiene interés público. En los comentarios, sólo aquello que viole el reglamento, siempre y cuando un redactor o un lector advierta del tema.

Hay un discurso que hoy aparece en muchas empresas mediáticas, y que hablan de crear una “comunidad de usuarios”. Pero no todos los medios realmente están trabajando para crear conversaciones productivas alrededor de su contenido. Si la tarea de contactarse con los lectores, o dar cuenta de sus comentarios, es vista como una especie de “molestia” que no se puede integrar adecuadamente con los procesos diarios periodísticos, entonces nos encontramos con un problema importante. Hay, en este sentido, una escasa atención en la necesidad de construir una comunidad por parte de los periodistas, cuando los bloggers hace tiempo que conocen que buena parte de la relevancia de su trabajo se funda, justamente, en ese punto. ¿Se imaginan a los periodistas de un gran medio moderando y contestando los comentarios que los usuarios dejan en sus notas? Es cierto que la sobrecarga de trabajo, junto a los sueldos poco atractivos, hace complicado esperar que los periodistas se sientan alentados a asumir más tareas. Pero es hace importante comenzar a pensar en cómo estos temas deben comenzar a establecerse como parte de las rutinas productivas. De otra manera, terminaremos en los discursos de ciertos periodistas, que demonizan a Internet como “un espacio de difamación”, donde todo vale, cuando ellos no hacen nada por mejorarlo.

Por último, cabe pensar en otras consecuencias negativas del “clima hostil” que impera en la sección de comentarios de las versiones digitales de muchos diarios. Para quienes se preocupan por temas ligados a la comunicación política, no deja de ser preocupante ver con qué facilidad las opiniones intolerantes y extremas concentran todo debate. Tradicionalmente, el método periodístico establece la necesidad del equilibrio. En un terreno como el político, que en América Latina abunda en conflictos y binarismos, el uso del espacio dedicado a los comentarios como un lugar destinado a la “destrucción” de las opiniones del otro no puede ser visto con desinterés. Observar cómo se magnifica el enfrentamiento, cuando nuestras sociedades más bien requieren de bases más sólidas para el diálogo, es algo que debiera preocuparnos a todos los que trabajamos, de una u otra manera, en medios digitales.

Conclusiones

La primera reacción que muchos tuvieron con la popularización de la Web como plataforma masiva fue pensarla desde la lógica de los medios y soporte anteriores: como un espacio para publicar contenidos similares a los de la gráfica, pero en versión digital. Con el paso de los años, quedó claro que el fuerte de la Web no es la comunicación bajo el modelo broadcasting. La relevancia de este soporte se da en la posibilidad de un tipo de comunicación más horizontal (aunque esto no debe asimilarse a “igualitaria”, como a veces se hace), donde la base de emisores se expande de una manera notable y donde los usuarios conversan. Un espacio, entonces, donde se recuperan, bajo condiciones particulares, el diálogo entre los usuarios / personas.

Frente a ello, muchos medios siguen pensando cómo recuperar ese espacio donde su voz era la preponderante, en lugar de comprender que el lugar de mediadores casi exclusivos de las agendas públicas es disputado por otros agentes. Los usuarios tienen hoy más posibilidades de expresarse por fuera del sistema periodístico, y esa condición ha llegado para quedarse. La pregunta, claro, es cómo se construirán las agendas públicas en un espacio cada vez más fragmentado, y qué rol jugarán en ellas los medios, los periodistas y los usuarios de Internet.

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Notas:

  1. Alguna de estas reglas: no hacer spam, no insultar, no incitar a la violencia o la comisión de delitos, entre otros.
  2. El comentario pasará a estar disponible únicamente para quienes quieran verlo de manera explícita al desplegarlo, hasta que el moderador apruebe o rechace el comentario informado –en el caso de rechazarlo, ya no estará disponible para nadie. En algunos casos, la estrategia de informar sobre ciertos comentarios desataba verdaderas “guerras” en las páginas de LaNación.com, en particular cuando los textos informados desaparecían hasta que el moderador los revisara manualmente y los aprobara o desaprobara. Por ello, una estrategia para pelear por ese espacio público era informar de manera compulsiva de cualquier comentario de quienes opinaban distinto; podían pasar horas o incluso días hasta que un moderador revisaba todo el listado de comentarios observados. Debido a este tipo de actividad, desde hace un tiempo, los comentaristas de Lanación.com tienen un límite diario de reportes, para que no abusen de esa herramienta.
  3. En esta ponencia, sólo nos referimos a los comentarios dejados por los lectores / usuarios en las versiones digitales de los diarios. Diferente sería si trabajáramos con blogs; en muchos casos, estas “opiniones tradicionalmente ligadas al espacio privado y de la sociedad civil”, aparecen en los mismos textos de las entradas de ese blog. Pero hay que tener en cuenta que este soporte los textos no necesariamente deben cumplir con las reglas del método periodístico o con las rutinas productivas.
  4. Es cierto, de todos modos, que el único que puede revelar la conexión entre la dirección IP y un usuario en particular es el proveedor del acceso a Internet. Por lo general, esto pasa sólo cuando la Justicia solicita ese dato, por ejemplo porque se ha cometido algún delito o estafa desde una conexión a Internet.
  5. Flickr (www.flickr.com ) es uno de los sitios de publicación de fotos más importantes de la red, con decenas de millones de imágenes, todas subidas por sus usuarios. Fue uno de los primeros sitios exitosos de la llamada Web 2.0; su esquema participativo tomaba ventajas no sólo de la participación de los usuarios, también lo invitaba a clasificar sus fotos mediante etiquetas que definían el contenido de la imagen. El sitio es, desde hace algunos años, propiedad de Yahoo!
  6. YouTube (www.youtube.com ) es el sitio de videos más popular de Internet. El hecho de que allí aparezcan videos ha hecho que suela ser usado por muchos canales de televisión como una fuente inagotable de obtener imágenes que les permiten construir notas de color o de interés humano. Es propiedad de Google desde hace un par de años.

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Bibliografía:

Li, Charlene y Josh Bernoff (2008) “The social technographics profile” en Groundswell. Winning in a World transformed by social technologies. Boston, Harvard Business Press.

McCarthy, John y Peter Wright (2004) Technology as experience. Cambridge, Massachussets, MIT.

McKee, Alan (2005) The public sphere: an introduction. Cambridge, Cambridge University Press.

Shirky, Clay (2008) Here comes everybody. The power of organizing without organizations. New York, Penguin Books.

Silverstone, Roger (1999) ¿Por qué estudiar los medios?. Buenos Aires, Amorrortu, 2004.

Thompson, John (1997) “La transformación de la visibilidad” en Los media y la modernidad. Barcelona, Paidós.

* Jorge Gobbi es docente de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeña en la materia «Teoría y Práctica de la Comunicación II», cátedra Stella Martini, y entre 2001 a 2005 estuvo a cargo del seminario «Comunicación, viajes y representaciones sociales» en la misma carrera. Esta es su ponencia para la IX Cumbre Iberoamericana de Comunicadores, celebrada en la Universidad de San Martín entre el 28 y el 30 de abril de 2010, en la Universidad Nacional de San Martín, Argentina.